7.8.18

¿Qué hora es?

Esta sola, ella, en su cuarto oscuro; un pequeño rayo de luz entra por la ventana que esta arriba de la puerta, las sábanas tocan el suelo y la frasada la tapa hasta los hombros, acostada en posición fetal intenta dormir pero sus pensamientos mantienen su mente ocupada. Hay días en los que se queda despierta desde muy temprano por no poder dormir, y otros en los que no puede, por más que intenta, se siente tan cansada que los párpados se cierran y logra dormir.

—¿Para hoy había algo que hacer?¿Me tengo que bañar? No ¿Qué hora es?. [¿Qué hora es?] La 13:26. Mierda, ya tendría que levantarme. Pero no puedo. A las 14 me levanto.

Se queda viendo lo mismo en su celular una y otra vez, para esperar que se haga la hora.

15:00

Se levanta, saluda a sus mascotas, y abre las cortinas del living para que entre la poca luz que llega. Casi todos los días son iguales, solo se levanta y espera a que alguien llegue para dejar de sentir que esta sola. Pero no es tan simple, durante todas esas horas piensa en todo, piensa en como están los demás, a que hora salen de sus respectivos trabajos, a que hora deberían llegar, ¿les habrá pasado algo?¿debería desayunar o comer? debería hacer tantas cosas, pero no las hace, ella sabe que debe, pero no puede, no se mueve y eso le molesta, la hace sentir inútil.

16:00

Llega M.

—No comí nada.
—¿Por qué no?
—No me di cuenta de la hora.

Ella sabía perfectamente que no era cierto, pero la ansiedad no la dejaba comer ni un pequeño bocado. Ahora ella parece una persona completamente diferente. Se ríe y habla con M. todo lo que no pudo hablar antes.

Dependiendo si está sola o no, ella va a mostrar su lado alegre o no, porque no quiere preocuparlos, tampoco quiere que le pregunten cuando no sabe que responder.

[¿Por qué estás mal?
No sé.
Siempre hay una razón.]

Siempre siente que esta cansada, no quiere pasar tiempos sola por el miedo de pensar cosas que no quiere pensar, pero no las puede controlar. Ella dice que nunca miente, pero no es cierto, siempre miente con respecto a ella, a como esta, como se siente. Y tiene miedo de que los demás no entiendan, por eso lo oculta. Tiene muchos sueños pero huye siempre, dejándolos atrás, fingiendo que no le importa.

Pensó en desaparecer, pero el saber que les está haciendo daño, la hace arrepentirse de pensarlo. No quiere que nadie sufra por su culpa, por eso también prefiere aislarse, pero siempre se le acercan para hablar. Y ahí está otra vez, su sonrisa, no es forzada, porque es realmente feliz en esos momentos, pero tampoco es totalmente real.


3.12.17

#1 Azul.

Azul es una niña de siete años, sus padres la abandonaron cuando era bebé y desde entonces la transladan de orfanato a orfanato. No tiene amigos y la molestan todo el tiempo, por eso se escapa y prefiere quedarse en la calle, hasta que la encuentren otra vez.

Un día de lluvia y mucho viento, donde era imposible caminar por las calles, Azul busca refugio, con el pelo en la cara y casi sin poder ver, logra meterse en un edificio abandonado. Lo poco que pudo leer antes de entrar fue un cartel que decía 'Juguetes Hisako'.
Logró meterse por una puerta trasera llena de estampas de París. Aún con la mayoría de las ventanas rotas, las goteras formando charcos en los suelos polvosos y las telas de arañas que cubrían toda la maquinaria, decide esperar ahí hasta que pare la lluvia. Tanta era su curiosidad que se va a recorrer todo, encontrando juguetes viejos por todos lados, cascos de trabajo, estanterías repletas de muñecos, en el tercer piso llega a una oficina, donde lo que le llamó la atención fue un gran conejo blanco de peluche en la silla enfrente al escritorio, como si esperara ahí. Entró y se quedó parada mirándolo con una sonrisa.
Después de estar jugando, saltando y corriendo todo el día, al igual que la lluvia calmó, Azul se quedo dormida con su nuevo amigo, que era tan suave como como si fuera una nube. En eso, un ruido se escucha en la sala de al lado, ella se despierta asustada. Se escuchan voces y no duda en salir corriendo para que no la encuentren. A las tres cuadras se detiene y muy agitada recuerda que dejó allá al conejo. Ya llegando al orfanato, casi oscureciendo, se abre la puerta principal y de un portazo la hace saltar del susto, era la directora, Mariel Valdes, que esta muy preocupada ya que era la cuarta vez que Azul desaparecía así. La obliga a entrar rápidamente, y ella con un berrinche no tarda en hacerlo. Subiendo las escaleras corriendo se dirige directamente a su cuarto y dando un salto, cae sobre la cama, se queda mirando el techo por unos segundos, se levanta apresuradamente y se asoma por la ventana viendo hacia lo lejos y recordando este gran día.